He vomitado tanta muerte.
He sido tanta piel
sobre los muros
de este mundo tan lejano.
Tanto charco
de sangre y huesos
delante de mis propias cerraduras.
He amado tanto a mi soledad.
He caminado deslcazo
el sendero ausente
y he lamido tanto
los barrotes de esta celda
que ahora
cuando me acuesto
sobre la tarde de tu hombro
y veo pasar por delante del Sol
el crepúsculo verde de tu fuego
se me eclipsan los ojos
con la luz de tu mirada
y te juro, amor,
te juro
que no sé que hacer con tanta vida.